Las
alabanzas a AL·LAH, Señor de los mundos. Testifico que no hay más Dios que
AL·LAH y que Muhammad es Su Mensajero. Que AL·LAH le bendiga y le de la paz, a
él, a su familia y a sus Compañeros.
El título del jutba de hoy es: Lecciones
sobre la hégira del mejor de los seres humanos
Con la entrada del nuevo año
islámico nos llegan recuerdos del pasado, que a través del tiempo nos llevan a
Meca. Y Meca es testigo de la emigración
de RasuluL·LAH (صلى الله
عليه وسلم) y
sus compañeros hacia Medina. Emigración que cambió la historia y sorprendió el
mundo con sus acontecimientos maravillosos. Y hoy sacamos una importante lección
de las muchas lecciones de la emigración y es: el sacrificio por la religión.
Recordamos como RasuluL·LAH (صلى الله عليه وسلم)
y sus compañeros dejaron todo por el Islam. Y sacrificaron todo lo valioso
por el Islam.
Haremos una primera parada con
Suhaib el Romano. Cuentan varios de los comentaristas del Corán, que cuando
salió en su emigración a Medina lo persiguieron algunos de los kufar del
Quraish. Entonces bajó de su montura, sacó sus flechas, cogió su arco y les dijo:
“Sabéis que soy el mejor arquero de vosotros, y os juro que no vais a llegar a
mí hasta que os haya tirado todas mis flechas y después voy a dar con mi espada
a quien encuentre delante… y ahora haced lo que queráis. Le dijeron: “No vamos
a dejarte ir rico sabiendo que llegaste a Meca sin nada. Enséñanos donde tienes
tu dinero en Meca y te vamos a dejar”. Se comprometieron y le dejaron. Cuando finalmente
llegó a RasuluL·LAH (صلى الله عليه وسلم)
descendió el aya: “Hay hombres que se han vendido a sí mismos
buscando la complacencia de Al·lah. Y Al·lah es Espléndido con los siervos”
y dijo el Profeta (صلى الله عليه وسلم): “Ha ganado la venta Abu Yayha”
(Suhaib) y le recitó esta aya.
Y el significado de esta
expresión coránica: “venderse a sí
mismo” significa vender tu nafs a AL·LAH (سبحانه وتعالى), sacrificando con el dinero y el esfuerzo en Su camino
… y todo eso para satisfacerLE. ¿Quién
de nosotros ahora sacrifica, si se le da a elegir entre su religión y su dinero?:
elige su religión y deja su dinero. Ahora el dinero vale más que la religión, y
la medida es la obediencia. Y os dice el imam que toda persona que no hace el
salat del Yumua en la mezquita a causa de su trabajo, el dinero para él vale más
que la religión. Y toda persona que junta los salats, que sepa que esto es un
argumento para decirle que su religión es débil. “De Allah somos y a Él hemos de volver”.
Los verdaderos hombres son los compañeros del Profeta, que sacrificaron todo
por su religión, pues ellos no tenían nada más valioso que la religión, incluido
su familia e hijos.
Y he aquí hay una familia generosa que sale
para emigrar a Medina: La familia de Abi Salama. Salieron Abi Salama, su mujer
y su hijo. Se enteró la tribu de su mujer que querían emigrar a Medina y le
dijeron: “¿por qué te vamos a dejar que lleves a Ummu Salama? Y le quitaron de
su mano las riendas de su montura. Después se enfadó la tribu de él: Si la
tribu de la madre la separa de su marido no vamos a dejar que ella lleve a su
hijo, y le quitaron el niño. El marido que fue a Medina, Ummu Salama se quedó
con su tribu en Meca y el niño con la familia de su padre. Y eso afectó muchísimo
a Ummu Salama, cada mañana salía, iba al sitio donde había ocurrido todo eso y
se quedaba allí llorando hasta la tarde a causa del sufrimiento de lo que le había
pasado… y se quedó así casi un año. Hasta que un hombre su propia tribu pasó,
la vio llorar y sintió pena por ella. Se fue a su tribu y les dijo: “Dejadla
tranquila, habéis separado a ella su marido y su hijo….” E insistió hasta que
consiguió que le dejasen ir con su marido. Al enterarse la tribu del padre,
también le devolvieron a su hijo. Enseguida se marchó. Cuenta Ummu Salama:
preparé el viaje, puse a mi hijo en mis brazos y partí a buscar a mi marido
sola… hasta que llegué a un sitio en el que me encontré a Uzmán ibnu Talha, que
todavía no era musulmán. Entonces me dijo: ‘¿Dónde vas?. ‘Voy con mi marido a Medina’.
‘¿Y va alguien contigo?’ “No, por Al·lah, excepto Al·lah y aquí mi hijito’. ‘Por
Al·lah’, juró solemnemente, ‘no te dejaré hasta que llegues a Medina’. "Entonces
tomó las riendas de mi camello y nos guió en nuestro camino. Por Al·lah, que
nunca me encontré con un árabe más generoso y noble que él. Cada vez que
llegábamos a un lugar de descanso, hacía que mi camello se arrodillara,
esperaba a que yo desmontara y llevaba al camello hasta un árbol y lo ataba.
Después se iba a descansar a la sombra de un árbol diferente al mío. Una vez
habíamos descansado, preparaba mi camello de nuevo y nos volvía a guiar en
nuestro camino. "Esto fue lo que hizo cada día hasta que llegamos a Medina”.
Cuando llegamos a un pueblo cerca de Quba’ me dijo, ‘Tu esposo está en este
pueblo. Entra en él con las bendiciones de Al·lah.’ "Tras esto se dio la
vuelta y se encaminó de nuevo hacia Makka".
Fijaos como han sacrificado todo
lo que tenían por su religión, pues AL·LAH (سبحانه وتعالى) ha comprado a los creyentes su alma y su dinero. Y
tienen en contrapartida el Paraíso, y
ese es el género de AL·LAH (سبحانه وتعالى)… que es muy caro: y es el Paraíso… el género de
ALLAH (سبحانه وتعالى) es el Paraíso. Y
conviene aquí también hacer una parada y reflexionar sobre la educación de
aquel hombre que no era musulmán todavía y que acompañó a aquella mujer
musulmana durante tres días aproximadamente sin pedir ningún favor a cambio y
sin hacerle ningún daño; sino que su educación árabe pura no le permitió
hacerle ningún mal y protegió a una mujer débil que necesitaba ayuda. Ojalá tuviésemos
nosotros una educación como ésta, en la que un hombre salvaguarda a su hermana
musulmana, no le causa ningún daño y la protege del mal y de que le hagan daño.
Y es una lástima cuántos musulmanes en estos tiempos tienen sus ojos encima de
la vecina o de la hija del vecino y, en vez de ser él quien la ayuda si
necesita ayuda, es él quien quiere la indecencia y -nos refugiamos en AL·LAH (سبحانه وتعالى)-
no lo deja su nafs y su shaitán hasta que le embellecen esta mujer
musulmana y la dañan en vez de protegerla.
Y “De Allah somos y a Él hemos de volver”. Y pedimos a
AL·LAH (سبحانه وتعالى) que nos proteja y ayude a trabajar por
nuestra religión. Y que AL·LAH
bendiga al Profeta Mohammed y le dé la paz, a él, a su familia y a sus
Compañeros.
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